Como en este vida del siglo XXI todo se mide y se compara, no podría ser menos el prestigio personal/profesional de cualquiera en la red de redes.
Y esto me recuerda a cuando de chicos se suelta la frase «yo soy más que tú…» (esta frase me ha parecido menos escatológica del «yo la tengo más grande…», también aplicable). Y es que al final todo es cuestión de subjetividad, cantidad y calidad.
Si preguntas en la calle «¿qué diario de tirada nacional prefieres?» vas a obtener distintas contestaciones y si preguntas «¿y por qué prefieres ese?» algunos te dirán que por objetividad, calidad, o cualquier otra característica.
Pues el prestigio de uno en Internet es parecido. Veamos un caso; los tuiteros (apododo cariñoso para los adeptos de Twitter) normalmente preferimos a quien dice cosas interesantes que al que dice muchas cosas pero con poca chicha. Algo parecido ocurre con los artículos en las bitácoras personales (blogs en inglés), con la actividad en redes sociales…
Cada cual adopta la estrategia que cree oportuna (o van sin ninguna) y consigue más o menos «éxito» ¿qué es el éxito?… la respuesta es gallega «depende». Depende de si lo que uno consigue es lo que pretendía. Aquí nace la diferencia entre éxito (conseguir una meta) y fama, que no son lo mismo (y no es el objetivo de este artículo).
En Internet también se aplica el viejo refán «El que da primero, da dos veces»; esto es, si te conviertes en referencia en el arranque de algo, muy mal lo tienes que hacer para perder tu posición.
Por seguir con el refranero, «Vísteme despacio que tengo prisa» también es oportuno porque cuesta mucho crear algo y sólo un minuto para hundir todo. Tampoco es «Quedarse en las contemplaciones» y «La parálisis por el análisis». Haz las cossas bien, pero hazlas recordando «Lo bueno es enemigo de lo óptimo».
Cuando valoro a los demás me gusta la originalidad (no la recopia de lo aportado por otros), la utilidad, la chispa de humor y a veces la variedad (es bonito conocer las múltiples facetas que todos tenemos y que a veces no conocemos de los otros).
Hasta ahora he aplicado todos los ejemplos a «los que dicen», pero en Internet también se valora a «los que hacen»; aunque todo lo anterior también es aplicable a ellos. Yo creo que todos admiramos a los que han levantado imperios de la nada y les damos las gracias a esos programadores que nos han cedido gratuitamente el fruto de su trabajo.
¿Cómo quieres que los demás te reconozcan en la red?
Defínete un plan, trabaja duro y no te desanimes con los primeros resultados que si haces las cosas bien serás reconocido. No obstante, si el éxito no llega, revisa a ver si algo no lo estás haciendo bien… sométete al juicio sumarísimo de tus amigos cercanos más sinceros y… escucha, escucha y aprende (y «escucha» que no sé si lo había dicho).
Y me despido comentándome a mí mismo «Aplícate el cuento» (que también a mí, como a la mayoría, me queda mucho terreno que avanzar).
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